jueves, 24 de abril de 2008

Últimas chispas

Sobre escribir en los blogs: "...No se trata de identificarse con lo que uno dijo ayer, la función de todo esto es más bien identificarse con lo que uno dice hoy, que ya es suficientemente difícil"

Este comentario de Pablo me convenció, al menos por hoy.
Pero esas palabras ya no lo representan, a lo sumo, se identificó con ellas en ese momento, ahora su opinión es incierta.

Podría llamarle por teléfono para confirmar si todavía mantiene la idea, pero al momento de cortar, volvería a la incertidumbre.

Las palabras aparentan estar vivas pero terminan siendo heces que sirven de abono a otras palabras que aparentan estar vivas pero terminan siendo heces que sirven de abono a otras palabras que aparentan estar vivas… etcétera

Voy a tomar la parte que me sirve, -hago uso- de las palabras, ahora son abono, lo lamento…Puedo usar una analogía menos nociva, las palabras del comentario las uso como una pinza para martillar un clavo, me apoyo en una frívola utilidad subjetiva, importándome un corno si el autor cambió de opinión o si acaso quiso decir otra cosa, directamente miro las letras como quien come un sanguche, las interpreto como me chifla el soto en el momento y listo, panza llena.

Capaz eso es todo lo que se puede hacer…Abono.

Y acaso, juzgando como aquellos que miden la nobleza de una acción por el número de beneficiarios, escribir cualquier cosa, incluso una ristra de palabras inconexas puede servirle a alguien para algo.

Lo mismo tener cualquier vida, uno nunca sabe la cantidad de gente que se puede beneficiar con una acción cualquiera.

Dicho sea de paso, qué parecidos nos volvemos a las palabras pronunciadas, cuando morimos, la vida es la dinámica de un diálogo, de una escritura en progreso, o un discurso, del tiempo, del presente, la muerte anula toda posibilidad de cambio, es la letra escrita, es el libro, es lo que ya fue dicho…A veces no quiero que nadie lea nada, prefiero morir todo de una vez, me parece tentador que ambos puntos finales coincidan. Ver mis palabras muriendose no se me hace agradable.

Los libros no cobran vida cuando alguien los lee.

Justo al contrario, los libros mueren cada vez que alguien los lee.

Tienen vida cuando tienen incertidumbre, cuando pueden cambiar. La vida es eso.

La palabra leída, queda intacta, y ya no es más una posibilidad, es una certeza, y acaba de morir.

Cualquiera que tenga la suerte de haber recibido hace tiempo una carta de amor, puede ir a releerla ahora, y comprobar, entre lágrimas quizás, un cementerio de palabras.

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